El entorno privado, no el asignado sino el construido…o destruido, por propia elección, por albedrio o costumbre, por insistencia o debilidad, por azar u obligación no reconocida.
Son algunas de las reflexiones a las que invitan las obras de estos dos artistas, de latitudes y vidas tan distintas, ajenas, ambas marcadas por el impulso insoslayable de trasmitir, casi como autobiografía, no solo una visión personal de mundo y tiempo vividos, sino como testimonio vital avasallador, aunque discreto, silencioso por momentos y vestidos ambos, de una sinceridad que no elude lo caótico del pensamiento y el impulso cotidianos.
Paul Wackers recrea , bajo una casi musical agitación, un entorno de vida donde los objetos inanimados, algunos simbólicos como los referidos a la pintura tanto en instrumentos como inspiraciones, conviven con las plantas amigas y a la vez invasivas, todo ello limitado por la sugerencia de los límites que dan los alambrados o las rejas sugeridas, las ventanas insinuadas con sutileza, la percepción obligada de espacios circunscritos, definidos y permitidos por elección, donde el adentro se vuelve mundo completo y privado, siempre iluminado y a resguardo de la intromisión. Como una fábrica tan viva como las vegetaciones protegidas y protectoras, con los elementos que darán posibilidad a creaciones nuevas y también confusiones aceptadas.
Una construcción visual doende no queda espacio libre de color pero el aire es omnipresente y disponible.
Javier Bravo de Rueda ha elegido dos materiales o instrumentos básico: la tierra moldeable, universal y ancestral, y la línea que juega en el trazo, vuela por si misma y responde al gesto y la idea en búsqueda.
Para llegar a la expresión de lo pretendido , casi utópico, audaz y por eso mismo , desafiante, ha desconstruido y reconstruido resultando en extrañas estructuras de vida propia y fragilidad a la vista. No se trata de construcciones débiles sino expresiones arriesgadas en el espacio, a veces acompañadas de una ilustración que da claves para admitirlas como realidad simbólica.
Desde la torre de Babel hasta el poblado sencillo, también sugieren la caverna original y sus ojos a la luz. Las delgadas columnas como huesos que recuerdan el soporte de los muros protectores. Las formas encintadas y policromas, a modo de vendaje o soporte. Fases de una memoria de lo que cobija y también ha sido desnudado, ámbitos para el recuerdo de la experiencia.
En los dibujos la fantasía se pasea, la imaginación capea, la rutas no se definen y sin embargo, el caos implícito, mas parecido al desorden que a la destrucción total, recuerda esos juegos inexplicables y por eso mismo, fascinantes.
Dos presencias definidas, dos propuestas singulares. Un paseo por la creatividad y una invitación a ingresar a mundos abiertos, semejantes y familiares, reflexivos sin solemnidades, inquietantes a la segunda mirada necesaria.
Elida Roman
Artistas
Artistas representados
- Alois Kronschlaeger
- Augusto Ballardo
- Cristina Flores
- Daniel Martinez
- Guillermo Garcia Cruz
- Ignacio Alvaro
- Javier Bravo de Rueda
- Juan Jose Barboza-Gubo
- Marines Agurto
- Max Moya
- Michelle Prazak
- Miguel Angel Polick
- Piero Quijano
- Robert Ferrer i Martorell
- Ryan Brown
- Xomatok
Artistas invitados
- Aina Albo
- Alberto Borea
- Ananú Gonzales-Posada
- Andrea Tregear
- Annett Zinsmeister
- CB Hoyo
- Christian Haub
- Edgar Endress
- Evan Gruzis
- Françoise Vanneraud
- Gamaliel Rodríguez
- Isidro Blasco
- Jaime Travezan
- Julia Fullerton-Batten
- Liu Bolin
- Livia Marin
- Lorenzo Vitturi
- Marina García Burgos
- Max Steven Grossman
- Patrick Tschudi
- Paul Wackers
- Quisqueya Henriquez
- Regine Schumann
- Rob Wynne
- SeungMo Park
- Tomas Ochoa
- Wan Liya
- Ysabel LeMay